HABILIDADES DIRECTIVAS

Wednesday, September 28, 2005

HABILIDADES DIRECTIVAS

Cuaderno de Gestión Empresarial
(Extraído del Manual - Ejecutivos y Liderazgo)

Fernando Fuster-Fabra Fernández
Consultor de Empresa



(The reproduction or use of any part of this publication without the Author’s written consent is punishable by Law.)


LA PERSONALIDAD INDIVIDUAL

Cada persona procede de sus raíces genéticas, alimentando su esencia humana con su educación o formación y enriqueciendo aún más esa mezcla con sus vivencias. En esa amalgama esta la personalidad real y actual de cada ser humano.

Según su etapa de la vida, mientras que la genética permanece constante, la educación o formación y las experiencias suelen ir en aumento. Ello hace que la personalidad se consolide, por regla general, con un mayor grado de madurez a medida que mejor se forma uno y más experiencias vive.

Cierto es que ningún ser humano se aísla hasta el punto de no relacionarse con su entorno. Por lo tanto, el trato social con otros seres incide en el desarrollo de la personalidad individual.

El desarrollo de la personalidad propia desemboca en el carácter individual de la persona que llega al ámbito profesional. Con un bagaje particular formado por los tres componentes citados – genética, educación o formación y vivencias, cada individuo se propone actuar en la escena laboral del modo que su personalidad le ha indicado que debe ser ante los demás. Su concepto de lo que es el ámbito profesional puede aproximarse a la realidad del entorno donde se incorpore o por lo contrario, no parecerse ni por atisbo. Dependiendo de las vivencias que haya tenido, tendrá una visión más o menos realista de la vida.


DOTES DE DIRECCIÓN

¿ Qué tiene un individuo que le hace capaz de dirigir a los demás ? Es curioso que la mayoría ni si quiera se hagan la pregunta y sin embargo sigan al que propone formas de actuar. La capacidad de dirigir nace en uno mismo, cuando ejerce con seguridad sus actos. La confianza en uno mismo es la principal cualidad que destaca entre un grupo en cualquier estamento, social o profesional. El liderazgo es la capacidad de influir en los demás.

No basta ser un buen gestor para poder considerarse buen ejecutivo. Como veremos más adelante, el directivo encargado de un acometido puede delegar muchas actuaciones de gestión a subordinados pero jamás podrá abdicar la responsabilidad final de cada decisión que tome él o uno de los de su área de trabajo.

El directivo del Nuevo Milenio tiene un reto que debe afrontar cada día; un gran número de situaciones inesperadas que difícilmente podrá resolver simplemente con su bagaje académico. Cuando los conocimientos son insuficientes, se imponen las habilidades. Las habilidades directivas son aquellas cualidades que hacen que uno destaque como propulsor de las actuaciones profesionales. Cabe decir que, en la vorágine del Siglo XXI, el constante progreso con flujo de información vigente hace imposible que el conocimiento sea el idóneo en cualquier dado instante. Por eso mismo, se hace mucho más imprescindible el afinar habilidades en el profesional competitivo e eficaz.

Un directivo tiene que ser capaz de establecer prioridades, camino hacia un objetivo. A partir de ese primer paso, debe poseer don de gentes para encabezar al grupo de trabajo, hasta lograr convertirlo en equipo. Y dirigiendo a ese equipo hacia la meta, el directivo se consolida como la cabeza visible de sus compañeros. Capaz de tomar una decisión acertada y de inspirar a otros hacia una meta común, el que asume la responsabilidad de dirigir, se compromete a tomar decisiones en nombre propio y de los demás.

En ese proceso, gestiona la información y comunica de manera asertiva para que los demás se sientan motivados para actuar del modo que él, como responsable, haya decidido. Encabezar a un grupo, o mejor aún a un equipo, significa ser capaz de compartir las funciones y valorar las opiniones. Toma decisiones sin obviar las opiniones de los demás aunque siempre asumiendo la máxima responsabilidad de cada actuación.

La sinergia positiva entre individuos que se dirigen hacia un mismo objetivo parte de una confianza respetuosa mutua entre el que dirige y su equipo. Acaba generando una confianza global entre todos con una empatía generalizada.

El carisma personal del directivo es un factor que puede facilitar lograr la cimentación de un equipo aunque no es un requisito fundamental para tener dotes de dirección. Si se trabaja para desarrollar las dotes de gestión de los componentes del equipo, el directivo alcanzará mayores cuotas de eficacia global que si todo gira alrededor de su carisma personal.

El buen coordinador de equipo debe conocer los detalles del negocio para buscar las soluciones adecuadas a la problemática empresarial. Su capacidad de aplicar las acciones en el preciso momento que deben ejecutarse será la clave para una resolución a tiempo de cada problema, con los recursos empresariales mínimos para cada acción.

Cierto es que la planificación contribuye a esa eficacia en la gestión del tiempo disponible para la resolución de los asuntos. Sin embargo, la previsión del directivo se podrá ver en cualquier momento por los imprevistos, y su capacidad para tomar decisiones contrarreloj y en situaciones de presión, será de sumo valor para consolidar su eficacia como ejecutivo de empresa.

Su seguridad y combinada con mesura fortalecerá la confianza en sus decisiones, tanto por parte de los miembros de su equipo como de sus superiores, si los tuviera. Además reafirmará tu integridad y credibilidad, lo que hará casi incuestionable su buen criterio. Por ese motivo, el directivo hábil ejerce siempre con el ejemplo, como modelo a seguir para los que atacan sus decisiones y respaldan su dirección con actuaciones participativas.

El creciente respeto de un equipo por el directivo conlleva un proporcional incremento de la calidad del rendimiento. Las decisiones acertadas, una tras otra, reafirman el pleno conocimiento de la actividad empresarial por parte de un directivo, su elevado nivel de inteligencia emocional y su capacidad de ejecutivo integral.

La actitud positiva de un directivo permite afrontar los problemas cotidianos con una visión realista, sin por ello caer en el error de un exceso de confianza que haga perder el norte en una secuencia de acciones empresariales. La auto-confianza debe respaldarse con resultados y tales logros servir como base de un aprendizaje permanente en la gestión de calidad.

Entre las dotes más valiosas de un directivo esta su intuición. Ese sentido particular para reaccionar acertadamente ante cada situación siempre esta arropado por una agudeza emocional. Un buen directivo decide no tanto por el raciocinio sin por su inteligencia emocional. Frecuentemente denominado visión, el directivo visionario vive el presente sin jamás olvidar lo aprendido por errores del pasado, y con las miras puestas en que el hoy conduzca a unos resultados en un futuro más bien inmediato.

La capacidad de liderazgo esta innata en más personas de la que damos crédito y los verdaderos líderes surgen en cualquier parte y de distintas maneras. Lo que si es cierto es que TODOS poseen unos rasgos comunes identificables a simple vista, aunque aparentemente no lo veamos de inmediato.

Esos rasgos comunes los podemos resumir en cinco (5) puntos cardinales :-

Por mucho poder que tengan, no rehuyen de rebajarse o inclinarse ante otro que necesite o que le pueda ayudar a resolver su necesidad.

Siempre agradecerán a aquellos de quien aprendieron y seguirán aprendiendo porque jamás se considerarán lo suficientemente sabios.

Su audacia y asunción de riesgo jamás trasgredirán las reglas establecidas ni violarán su propia ética, porque lo que consigan deben hacer de acuerdo a la Ley.

Por muy preparados y capacitados que estén, jamás dejarán de compartir sus dotes con aquellos con quien tienen causa común.

Siempre recordarán que si hoy son vencedores, es precisamente porque supieron aprender de sus derrotas, jamás olvidando que “mayor es la victoria cuanto más magnánimo se es con el vencido”.



EL PODER DE CONVOCATORIA

El poseer las características adecuadas para dirigir solamente es el primer paso para ocupar el liderato de un grupo en cualquier campo o para desarrollar cualquier actividad.

De nada sirve el poseer dotes de dirección si uno es incapaz de poder atraer a otras personas a seguirles en la andadura hacia una meta. La característica de poder convencer puede ser enteramente innata en algunas personas, aunque no es lo que sucede por regla general. El poder de convocatoria requiere disponer de una estrategia, que a su vez requerirá aprender y después aplicar algunas técnicas de persuasión.

Entre las dotes del directivo puede estar su carisma. Sin embargo, como ya hemos dicho antes, puede resultar insuficiente para lograr ser un buen directivo. Es frecuente encontrar grupos dirigidos eficazmente por personas corrientes que sin embargo tienen poder de convocatoria. Estos directivos convencen a los demás en base a hechos y resultados en lugar de por poder de convencimiento carismático.

En ambos casos, cada uno a su manera, tiene poder de convocatoria alrededor de una idea o proyecto. Es el elemento esencial para ir formando equipo que actuaría como una única entidad en el logro del objetivo.

Cualquier actividad, tanto en el mundo empresarial como en la vida pública, requiere de personas capacitadas para encabezar los respectivos proyectos a llevar a cabo.


DIRIGIENDO EQUIPOS

En cada empresa o proyecto, la formación del equipo se inicia por distintas vías, según circunstancias puntuales en cada caso.

Lo más sencillo suele ser comenzar desde el inicio, donde el fichaje de los componentes se hace siguiendo un plan estratégico preconcebido. En tales casos, se suele fichar primero al directivo que después elige a los miembros de su equipo de trabajo.

Sin embargo, es el caso que raramente se da. Lo que suele ocurrir es que las empresas tienen ya personal contratado y se incorporan nuevos componentes de los distintos grupos de trabajo. Tales nuevas incorporaciones pueden contratarse para puestos diversos como directivos, mandos intermedios o simplemente empleados. Los recién llegados entonces deben adaptarse a la situación vigente y a las estructuras existentes.

Para aquel directivo de nueva incorporación que llega a un grupo de trabajo existente, las bifurcaciones son múltiples y su estrategia de integración dependerá de factores externos y la realidad del entorno laboral. En estos casos, el carisma personal ayuda a una rápida aceptación por los subordinados “veteranos” y ahorra tiempo para obtener la aceptación y lograr la integración.
Saber motivar a su equipo, motivando a las personas subordinadas hacia un mismo objetivo, es la esencia del directivo que ejerce el liderazgo de su grupo de trabajo. Estando bajo presión, el directivo es capaz de mantener la cordura para tomar decisiones sin titubear.

Aquellos que ya ejercen o han ejercido cargos de responsabilidad saben el peso que implica el ser directivo. Sin embargo, muchos no llegan a saber definir y menos delimitar su papel de liderazgo dentro en unas funciones concretas.
Ello se debe, en gran medida, al hecho que muchos directivos- empresarios se han forjado en liderazgo en la escuela del aprendizaje práctico de acierto-error en el ejercicio de sus funciones como gerente de una empresa que ha ido creciendo según las circunstancias de la actividad empresarial.

La capacidad de persuadir requiere una dosis de paciencia para poder aceptar sugerencias y cambios a las ideas propias. Es la estrategia del buen directivo la que marca los tiempos idóneos para presentar los planes meditados para que causen el máximo impacto tanto sobre sus subordinados como a sus superiores, si las tuviese. El conocimiento de los componentes de su equipo o de sus superiores, a quienes tenga que persuadir, es vital para lograr el efecto emocional deseable a favor de lo que él expone en cada momento. TODO SE BASA EN LA CONFIANZA. Cuando ésta no existe, el poder de convencimiento es mínimo, por muy patente que sean los hechos.

Jamás debemos olvidar que el 80 % del componente de persuasión es emocional y solamente el 20 % es razonado. Las personas reaccionan siempre ante cualquier exposición, aunque no expresen verbalmente su opinión, por las razones individuales que sean.

El ejecutivo no es un mero gestor de los recursos humanos sino un implantador de la actuación planificada realizable. Es importante que esa planificación contemple la definición de las respectivas funciones, con sus correspondientes responsabilidades y recompensas, dentro de un organigrama sólidamente configurado para un ágil y fluido funcionamiento. De este modo, será fácil comprobar le grado de cumplimiento individual y colectivo, siendo los propios individuos los que comiencen a auto-regular su funcionamiento. Además, basado en confianza, el feedback que llegará al directivo será altamente fiable, dando medición real de lo que esta ocurriendo en su entorno de influencia directa.

Este circuito dinámico y concéntrico de un equipo convencido y motivado suele estar dirigido por un ejecutivo que ha sabido asumir tanto los aciertos como los desatinos de los que tiene a su cargo. Es la acción más motivadora para cualquier subordinado, que su jefe se identifique también con él en el fracaso, asumiendo su parte de responsabilidad como superior.

Además, el directivo, a través del feedback debe estar en situación de poder definir acciones motivadoras que premien los logros de su equipo, manteniendo así un alto nivel de entrega tanto psicológica como física de los integrantes del equipo. Asimismo, establecerá el circuito de comunicación interna para que los subordinados estén adecuadamente informados de lo que deban y puedan saber. E parte intrínseca de cualquier plan de motivación de una plantilla.

Como dijo Goleman, “… del líder se espera que realice muchas tareas …. Pero el principal trabajo suyo es el de dar resultados …”. Se lo exigirá el Consejo de Administración de la empresa y se lo exigirán los que acatan sus directrices. Ejercer liderazgo requiere cumplir con el trazado sin intentar complacer a todos porque esa es una tarea imposible. Si todos los de la empresa tienen claro el objetivo empresarial y adquieren sus respectivos compromisos de cumplimiento dentro de ese trazado, será el ejecutivo quien podrá exigir y tendrá la potestad de recompensar.

El liderazgo organizacional requiere una auto-evaluación permanente del directivo para que éste detecte los puntos a mejorar. Jamás hay que caer en la tentación de pensar que – todo marcha bien – porque no será cierto. SIEMPRE hay algo que puede hacerse mejor o en menos tiempo o de modo que motive más. Recordad que “ … Mentimos más alto cuando nos mentimos a nosotros mismos … ” (Eric Hoffer). Si alegamos que – todo marcha bien – jamás convenceremos a los que trabajan con nosotros y saben que hay muchas cosas que pueden hacerse mucho mejor.

Metidos en la primera década del Nuevo Milenio, debemos admitir que el 80 % de las empresas se aferran a una perspectiva tradicional de la dirección con los métodos acostumbrados de control. Sin embargo, la dirección de seres humanos, hoy, ya no puede obviar la palpable realidad del colectivo compuesto por personas con objetivos individuales dentro de una misma organización. Y cuanto más grande el tamaño, mayor número de metas individuales encontradas en una misma arena de actuación. Ello genera dos corrientes dentro del organigrama funcional –

1. El conflicto de algunas competencias entre iguales o colegas

2. La lógica competitividad de aquellos con ambiciones en la empresa

Ante estos posibles focos de tensión interna, el directivo tendrá que reaccionar con imparcialidad y sin favoritismos. Su potestad de poder delegar es la herramienta más versátil para implicar a todos los miembros de un equipo en un proyecto o para encauzarlo juntos hacia el objetivo, irrespectivo de sus individualidades.
Precisamente, este es el tipo de ejecutivo que desean los subordinados en estos momentos de evidente de globalización de las empresas. Ni el paternalismo ni la autocracia conducen a motivar a los equipos de trabajo en esta la “Era de la Idea y la Información”.

Los tiempos han cambiado y la comunicación se transmite en masa en la fracción de un segundo. La optimización de los recursos ha encontrado un firme aliado en las nuevas tecnologías, entre la que hay que destacar Internet. La época de la rutina del raciocinio ha tocado su fin. Son tiempo para las sensaciones y las emociones. Y el ejecutivo debe tener su inteligencia emocional educada para afrontar los nuevos retos del milenio.

Ya no se puede dirigir “ordenando y mandando” o por el contrario “protegiendo y favoreciendo” sino más bien en base a una concesión de la confianza del que dirige a aquellos que – trabajan con él y no para él -, además cumpliendo cada cual sus responsabilidades como parte de una única unidad de actuación. Esa confianza depositada en cada uno de los componentes de un equipo es la semilla de la auto-administración individual que estimula una confianza en si mismo de cada miembro de una unidad de trabajo. Además, al brotar, la semilla se convierte en una planta fuerte en interacción social y empatía multilateral.

Todo ello se logra con la inteligencia emocional del directivo, que transmite confianza y cosecha resultados.

Goleman estableció unos estilos de liderazgo y los llamó – el coercitivo, el autoritario, el afiliativo, el democrático, el “hazlo como yo ahora” y el guía. Recomienda una combinación de estilos para atender a las distintas necesidades de dirección.
Hay que recordar que el estilo de liderazgo del ejecutivo tendrá el impacto proporcional sobre el funcionamiento de la organización que dirige, y por lo tanto sobre los resultados a corto, medio y largo plazo.

Lo que jamás se debe olvidar es que una organización es un cúmulo de individuos emotivos con objetivos individuales, personales y profesionales. Es en ese entorno donde un directivo deberá ejercer su liderazgo y por lo tanto deberá aplicar su inteligencia emocional para mejor adaptarse a lo que le rodea.

Cuando la plantilla – sabe lo que se espera de ellos – es más consecuente en la ejecución y gestión de lo que le concierne. Asume sus responsabilidades y percibe de buen agrado cualquier dirección superior hacia la meta establecida. Cada individuo hace suyo el control hacia el objetivo al ver que se le ha confiado la información pertinente del – porqué de las cosas –, quedando así implicado en el proyecto.

El verdadero liderazgo queda denotado en unos rasgos inconfundibles en la forma de actuar diariamente del directivo en cualquier entorno :-

Reflexiona cada día tantas veces como decisiones tenga que tomar. Siempre se pregunta – “¿ Creo en lo que estoy haciendo ?”, “¿ De qué modo afectará a los demás implicados ?”

Ejerce siempre con el ejemplo. Primero hace lo que exigirá los demás.

Hace un seguimiento y repaso de sus propias actuaciones para después evaluar objetivamente sus aciertos y desatinos. No hay mejor lección que la aprendida de un fracaso. Los éxitos pueden ofuscar la visión y enturbiar el horizonte.

La lealtad hacia aquellos que asumen funciones en el entorno junto con la honradez del ejecutivo son las cualidades más valoradas por los subordinados en un directivo. “ Es de bien nacidos ser agradecidos. ”

Las promesas se hacen para cumplirse. Si no esta seguro que puede cumplir, NO PROMETA. El buen directivo tiene credibilidad precisamente porque sus palabras siempre se cumplen, para bien o para mal de los intereses terceros. Es aquel que siempre intenta llevar sus planes hasta el fin.

El respeto al subordinado es el comienzo de la sinergia asertiva en una organización. El liderazgo no se ejercer mejor despectivamente sino compartiendo la ilusión y el éxito.
El liderazgo se basa en lograr un “equipo de estrellas y no un grupo de mediocres”. Por eso mismo, si un directivo es incapaz de colocar a un subordinado con dotes hasta superiores a las suyas en su equipo, ese ejecutivo NO TIENE PORQUE ESTAR LIDERANDO. El ejecutivo inteligente emocionalmente sabe elegir a su equipo y sacar de cada componente lo mejor de si mismo, para el bien común y hacia un mismo objetivo.
Viene bien narrar lo relacionado a la conocida costumbre de uno de los más grandes del mundo de la publicidad, David Ogilvy. Éste solía dar la bienvenida a los nuevos directores de la firma Ogilvy & Mather (asociados con Bassat), regalándoles una muñeca rusa. En el interior, en la más pequeña de las muñecas aparecía un mensaje – “Si nos dedicamos a contratar personas más pequeñas que nosotros, nos convertiremos en una empresa de enanos pero si contratamos a otros más grandes, seremos una empresa de gigantes.”

El ejecutivo seguro de si mismo JAMÁS SIENTE INFERIORIDAD ante un subordinado bien dotado profesionalmente. Se esfuerza para usar su propio bagaje como directivo para potenciar el bagaje del miembro de su equipo, hacia el logro del objetivo empresarial. Delega, dirige, comparte y ejecuta. Para eso es la cabeza del equipo. Suya es la máxima responsabilidad para decidir.

LA VISIÓN DEL LIDERAZGO
Es la capacidad del directivo que le permite visualizar panorámicamente una situación antes de tomar una decisión o emprender una acción.

Aún cuando un individuo que ejerce de ejecutivo posea dotes visionarias innatas, en el ejercicio de su cargo dentro de una organización, será imprescindible que tales dotes vayan ligadas a un conocimiento profundo de la empresa que dirige.

El conocimiento de la empresa se adquiere mediante una buena gestión integral de la información relacionada con la organización empresarial en cuestión. El análisis de esa información dará el conocimiento comprensivo de lo que es la organización y de su dinámica funcional en el entorno empresarial. A su vez, ese conocimiento permitirá al directivo visualizar el posicionamiento de la organización que dirige en cualquier circunstancia dada en el entorno de presencia y actuación.

Dados a emplear ejemplos comparativos, los norteamericanos utilizan a un mítico del baloncesto, Magic Johnson, como clara muestra de un visionario capaz de liderar. Fue un jugador con capacidad de emplearse a fondo para motivar a sus compañeros a “poner toda la carne en el asador” en el preciso momento que se podía lograr la victoria. Se dice que es como si estuviera subido al palco en lugar de estar en la cancha.

Nosotros preferimos emplear un juego de mesa para demostrar nuestro punto de vista sobre el visionario. Nos referimos al ajedrez, que enfrenta a dos únicos adversarios. ¿ Se han parado a pensar por qué no permiten a los jugadores ponerse de pie durante una partida en un torneo de ajedrez ?
Es bien sencillo. El que esta de pie visualiza las jugadas de una manera panorámica que le daría ventaja sobre el adversario que esta sentado.

Pues ese ponerse de pie para ver “a vista de pájaro” la situación es el don del directivo visionario. Adquiere una perspectiva distinta de la situación que le permite imaginarse otras ideas y conceptuar otras alternativas.

Dentro del circuito interno de la organización, el ejecutivo visionario no se limita a la rutina del área de trabajo sino que se eleva para percibir la interacción entre distintas áreas, incluida la suya. Sobre todo, el máximo ejecutivo o director general, debe tener esta cualidad en el ejercicio de sus responsabilidades. De lo contrario, no será capaz de obtener el máximo rendimiento de sus distintos departamentos.

Además, cara a la competencia externa, el máximo responsable, apoyado por su equipo de dirección, debe definir el alcance de la visión empresarial que cada uno debe ejercer para mejor comprender el entorno globalizado en cual se desarrolla la actividad empresarial y el impacto de sus propias actuaciones en dicho entorno. Solamente así una empresa será capaz de elegir los productos o servicios adecuados a ofrecer al segmento de mercado mejor ajustado a su oferta. En ese momento, el ejecutivo visionario estará en situación de anticipar el potencial de su empresa en dicho mercado global, así podrá aplicar los factores correctores más acertados y definir con mayor certeza los valores añadidos a incorporar o modificar, así como la determinación de los proveedores que más le convengan.

Ante la inevitable globalización de los mercados y sobre todo, ante la internacionalización de las empresas, los directivos que ejercen sus funciones ejecutivas se enfrentan a nuevos retos, entre los que habrá que destacar los culturales.
Precisamente, la cualidad visionaria permitiría atajar el camino del reto cultural. Se pueden dar las distintas circunstancias –

El directivo de una multinacional debe ejercer su cargo en un país con costumbres y hábitos bien distintos a los suyos propios.

El ejecutivo debe coordinar y dirigir un equipo multicultural y con hábitos profesionales diferenciados.

Se tiene una clientela internacional con distintos rasgos culturales y hábitos empresariales diferentes a los aceptados en nuestra organización.

Se debe dirigir una transnacional con presencia en distintos países con hábitos y costumbres empresariales diferenciadas, con fuertes influencias culturales encontradas.

En todos estos casos, el directivo se verá involucrado en situaciones bien distintas a la rutina ejecutiva en su habitual lugar de desarrollo directivo.
Ante todo, insistimos en la necesidad de poseer un conocimiento previo de cualquier situación. Por lo tanto, la información vigente y actualizada será nuestro mejor aliado para tomar los puntos de referencia.

Toda nueva experiencia, y el trato con desconocidos o el desplazamiento a nuevos entornos siempre permitirán nuevas situaciones y vivencias, requiere primero un proceso de aprendizaje, concienciación y asimilación.

El ser la cabeza de una organización multicultural, ya sea por su composición, ubicación o mercado, no implica que el “mandamás” tenga “bulo” para imponer su estrategia sin más. Si pretende hacer eso, lo único que logrará es una cabeza desmembrada del cuerpo organizacional o comercial. ¿ Y de qué sirve una cabeza sin cuerpo ? Absolutamente para nada.

Por lo tanto, la sensibilidad cultural la debe desarrollar analizando la información sobre el entorno, los componentes o mercados multiculturales y pasar a comprender el porqué de esas “peculiaridades”. Para lograr a respetar y amar, primero hay que intentar conocer y comprender. Y recordad, el respeto es un sentimiento mutuo. Si respetas, te respetarán.

Resumiendo, el directivo visionario es capaz de tener un alcance visual mayor que le hará más receptivo a lo desconocido y más tolerante a lo distinto. En ello radicará su capacidad de asimilación de la nueva realidad del este mundo globalización y la propia aceptación de su liderazgo en nuevos entornos globales.

Finalmente, el visionario se anticipa a los demás. En un milenio embarcado en las nuevas tecnologías en constante innovación, el directivo debe prever la incidencia de todos cambios que ocurren día a día. ¿ Pero como estar a lo último y más novedoso ? En solitario, sería una ardua pero inútil misión. Cuando un directivo sabe lo que quiere y se dirige hacia una meta clara y alcanzable y además cuenta con un equipo con quien comparte, seguro que el conjunto poseerá visión panorámica que le permita ejercer le pensamiento lateral en lugar del vertical. Entonces, el equipo, con su máximo responsable a la cabeza, estará en situación a manejar información, generar ideas, conceptuar acciones y ejecutar planes hacia objetivos comunes. La visión colectiva hará más fácil el alcanzar las metas.

LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS Y LA INNOVACIÓN
Analicemos algo más la incidencia de las nuevas tecnologías en las organizaciones, más allá de las aplicaciones internas de tales tecnologías punteras en la operativa cotidiana.
Observemos la incidencia de las nuevas tecnologías en la estrategia empresarial y el reto qué estas representan para el liderazgo de los ejecutivos.

Como su implantación se debe fundamentalmente al estilo norteamericano de gestión empresarial, emplearemos algunas anécdotas de empresas estadounidenses de abolengo.

Cuando a mediados del siglo pasado se comenzaba a hablar de un nuevo sistema para procesar textos y gestionar la información, el que entonces ostentaba la máxima responsabilidad en IBM., vaticinó que lo que hoy se llama ordenador no tenía futuro. Medio siglo más tarde, la realidad es bien distinta. Lo que ha desaparecido han sido las “viejas máquinas de escribir” y su lugar en las mesas de trabajo están los PC (personal computer). Sin lugar a duda, este CEO no fue visionario al preferir aferrarse al negocio tradicional conocido.

Las nuevas tecnologías de la información han marcado las nuevas tendencias en el equilibrio de oferta y demanda, haciendo asequible muchos productos virtualmente y a distancia.

Esta circunstancia es precisamente la que ha visto como otra prestigiosa firma tradicional estadounidense, Barnes & Noble, una referencia en el mundo de las librerías, ha visto mermada su cuota de mercado con la presencia de un humilde principiante competidor que hoy se ha acabado desbancando. Amazón lanzó la venta de libros por internet hace una década para hoy ser una referencia mundial en la venta de libros a través de su página Web. Jamás pensarían los idearios de la prestigiosa Barnes & Noble que semejante desconocido pudiera arrebatarle el mercado. No sólo le ha arrebatado el mercado norteamericano tradicional sino que ha extendido su negocio a terrenos más allá de los límites terrestres del continente americano.

Las nuevas tecnologías nacen de las ideas conceptuadas para desarrollar nuevas alternativas y situaciones actuales. Solamente con la implantación de soluciones factibles para estas necesidades del Nuevo Milenio, o sea innovación, las empresas serán capaces de hacer frente al hoy y esperar seguir vigentes en el futuro. El concepto del tiempo en esta nueva Era de la Idea y de la Información tiene que ajustarse a las nuevas velocidades de transmisión de datos a puntos tan dispares del globo. En estar a la altura de aceptar el reto de la innovación a través de nuevas tecnologías nacidas de nuevas ideas esta la diferencia de ser una organización empresarial puntera o no.

Sin embargo, una organización no es nada sin sus componentes, los seres humanos que constituyen su estructura de recursos humanos. Si algún día los PC fueran capaces de idear tan perfectamente como lo hace una mente humana, lo que jamás logrará un ordenador es sentir las emociones que cada individuo vivo en una empresa siente. Al final del trayecto, siempre habrá un ser humano emotivo quien tenga que tomar las decisiones que permitan el desarrollo de nuevas tecnologías e implanten innovación en las empresas.

Según Peter Drucker, “ … La innovación es una función específica de los emprendedores …. el medio por el cual éste crea un nuevo producto o dota a un producto de nuevas características … ” En realidad, la clave esta que alguien con visión para dirigir asertivamente actúa para hacer que el producto o servicio sea “diferente para mejor” que los demás. Sin embargo, toda innovación solamente ocurre si se es el primero en implantar ese producto novedoso o ese cambio en mejoría diferenciador. Por lo tanto, la optimización del tiempo es vital para lograr la acción innovadora dentro de una estrategia emprendedora.

Para sacar mayor partido a las posibilidades de renovación e innovación en cualquier organización empresarial, el ejecutivo jamás debe descartar unilateralmente ninguna idea. Hasta lo que “parezca de chiste” muchas veces tiene visos de convertirse en innovación. De allí la importancia de potenciar la creatividad individual dentro de las estructuras organizacionales. El saber escuchar hasta “al último mono” suele dar sus frutos a corto y medio plazo. Además, los miembros de una organización empresarial que son escuchados y ven interés a contrastar sus ideas valoran ese gesto de la dirección, pasando a recompensar esa atención al “cliente interno” con su confianza incondicional.

El directivo emprendedor y eficaz jamás se estanca en la trayectoria rentable de hoy sino que atiende a toda posibilidad de innovación que traiga hoy a su empresa lo que será aplicado en el futuro en todas las demás.

Ya a finales del Siglo XX, Drucker insistió que los constantes imprevistos y las aparentes incongruencias en unos mercados cambiantes deberían alentar al directivo asertivo a tener una nueva percepción de la realidad del Nuevo Milenio, potenciando el caldo de cultivo de nuevos conocimientos que hace florecer la innovación.

Los desenlaces socio-políticos y económicos del primer lustro del Nuevo Milenio parecen haber sembrado de incertidumbre nuestro futuro. Opinamos que la incertidumbre solamente es aparente y habría que entrar en el pequeño detalle para comprender que debe haber fuerzas innovadoras que deseen implantar un nuevo orden socio-económico más globalizado.

Igual que cada ciudadano de los distintos estados de la Tierra tiene capacidad suficiente para analizar e idear conceptos a escala de macroeconomía, cada directivo o mando tiene habilidades para detectar ideas, ya sea auto-generadas o sugeridas por subordinados o colegas, que puedan desembocar en innovación.

Aunque admitimos lo que Drucker dice que “ … la innovación requiere conocimiento …”, defendemos que el mero conocimiento no es suficiente para tener capacidad innovadora. Abogamos por arrancar desde más allá del conocimiento tradicional basado en la información contrastada, o sea, partir de la imaginación y de la lógica confusa. Solamente así evitaremos el pensamiento tradicional vertical y tomaremos en consideración lo aparentemente absurdo y poco razonable.

Propugnamos un revulsivo al pensamiento cómo y apalancado en lo conocido y comprobado. Allí no puede haber fuente de inspiración para la innovación sino base para el contraste hacia una mejora.

Debemos reconocer que la innovación acaba afectando tanto a la estructura organizacional (organigrama) y a los procesos y sistemas de la actividad empresarial. Por lo tanto, cada innovación requiere una planificación estratégica para asegurar la mayor efectividad de su implantación. De lo contrario, los cambios innovadores podrán dar pie a que los más tradicionalistas y menos asertivos utilicen argumentos derrotistas aludiendo a los “efectos negativos” de la innovación que generan cambios en lo que conocen y consideran que “funciona bien”.

Además, los contrarios al cambio hacia la innovación, precisamente aludirán a que – los cambios sean más innovadores o no merecen la pena – quizá por considerar la propuesta “demasiado sencilla”. Nada más lejos de la realidad. Las ideas sencillas muy específicas aunque aparentemente insignificantes pueden aportar innovaciones mucho más contundentes. La innovación no tienen porque implantar grandes cambios sino cambios efectivos que mejoren resultados, productos o servicios. En realidad, pequeños cambios en distintas áreas de una organización acabarán implantando una gran innovación en el conjunto empresarial a medio plazo.

Finalmente, diremos que las innovaciones no sólo las efectúan los expertos de una actividad concreta sino que muchas ideas nacen en las mentes de los que se hacen preguntas sobre algo que desconocen por completo. Por ese motivo, cuando ejercemos como consultor externo, lo primero que aparcamos es cualquier conocimiento previo sobre el sector de la empresa a asesorar. DE ese modo, seremos más receptivos a la “nueva información” que los integrantes de la organización estén dispuestos a aportar. Solamente entonces nos sentimos satisfechos de ser realmente imparciales en la evaluación de los datos y las circunstancias.

Recomendamos adoptar esa misma actitud ante una idea, sobre todo ajena o de terceros, para poder valorar mejor sus méritos, sin prejuicio por el conocimiento previo en nuestro bagaje por vivencias anteriores.

EL COMUNICADOR EFICAZ
Sin lugar a dudas, el buen comunicador conoce las bondades de saber escuchar a los demás. Aunque los individuos pueden tener un don natural como comunicador, el 80 % de la habilidad comunicadora es adquirida. Eso es así porque las vivencias en un entorno social a distintas edades es la mejor “escuela de comunicación” para cualquiera.
Lo que si es cierto es que es una habilidad deseable en todo buen directivo. Unido a una hábil gestión de la información la capacidad comunicadora de un individuo potencia su poder de persuasión de su capacidad de convocatoria.

¿ En qué consiste la eficacia individual de comunicación ? A nuestro entender, la comunicación es más eficaz cuando –

Se basa en información veraz y contrastada
El comunicador cree en lo que dice
Emplea un lenguaje sencillo y directo
Es transparente al transmitir datos
Expresa tal y como él desea que los demás lo hagan con él
Se reserve solamente lo que pueda necesitar para negociar

Lamentablemente, muchos ejecutivos olvidan que sus palabras, verbales o escritas, marcarán la pauta de actuación estratégica empresarial, descuidando el contenido de sus comunicados.
La fuerza de la comunicación es mayor de lo que solemos dar crédito y debemos reflexionar sobre el ejercicio del poder directivo y el uso de esta herramienta para generar la imagen idónea ante los subordinados. Como ya dijimos, la comunicación esta entroncada en el ejercicio de persuasión y convocatoria, por lo tanto, hay que lograr alcanzar un alto grado de habilidad comunicadora, si se quiere lograr un buen nivel de desarrollo de dotes directivas.

Hacemos las siguientes observaciones, para que cada uno reflexione en que grado cada punto es aplicable a su propia condición de comunicador, tanto personal como profesional :-

· Separa tu autoridad sobre el otro de tu intención de comunicar. De lo contrario, la asimilación del contenido de lo que comunicas o de lo que el otro desea comunicar se verá mermado.
·
· Aunque para ti, algo sea verdad o creas tener razón, jamás expreses tajantemente “tu verdad” hasta haber dado ocasión a que el otro expresa “la suya”. De lo contrario, puede que nunca veas “la otra cara de la moneda” y te quedes sin enterarte de algo que pudo haberte hecho cambiar de opinión.
·
· En momentos de aparente falta de sintonización entre ambos, emplea la táctica del silencio, que permita un pequeño respiro a las partes, para decidir lo que desean comunicar.
·
· Intenta plantear preguntas abiertas en un 80 %, si lo que pretendes es generar empatía y diálogo. Por el contrario, si deseas evadir responder, provoca respuestas cortas con preguntas cerradas.
·
· La comunicación debe servir para mantener abierta la puerta a la negociación. No la cierres anticipadamente, sin saber cuando tendrás que volver a llamar a esa puerta.
·
· Cada individuo comunica según sus emociones y su inteligencia para demostrarlas u ocultarlas. Sus sentimientos harán que sean más o menos comunicativo, siempre en justa medida de tu propio estilo de comunicación en una situación bilateral.
·
· Hay que distinguir entre transmisión y difusión y entre oír y escuchar. Si aún no sabes las diferencias, será porque no has practicado la comunicación efectiva.

La salud de un grupo social, ya sea del ámbito que sea esta proporcionalmente vinculado a fluidez de la comunicación entre los integrantes del grupo. Lo podemos contrastar tanto en un entorno familiar, de conocidos y amigos o laboral-profesional en una organización empresarial.

Cuanto mayor la fluidez, mejor el clima entre los componentes del grupo. Por lo tanto, la comunicación eficaz es clave para la “buena marcha” de cualquier entorno del tipo que sea. En una organización empresarial, la detección a tiempo de inoportunos tapones o filtros inadecuados evitará entrar en espirales de desmotivación y drástica caída del rendimiento.

LAS RELACIONES HUMANAS
Nacemos en un entorno de seres humanos y todos nos integramos a ese entorno social y participativo. Cierto es que no todos disponemos de las mismas cualidades ni tenemos experiencias estereotipadas a lo largo de nuestras respectivas existencias. Estas variables precisamente hacen a cada ser distinto de los demás.

Aunque también es cierto que muchos individuos comparten cosas en común que hacen que estén de acuerdo en algunos temas sin por eso dejar de existir opiniones o posturas opuestas o contradictorias, que provoquen el desacuerdo o el debate. Precisamente estas circunstancias son las que hacen que el vivir nos resulte mucho más interesante y motivador.

Nunca se sabe lo suficiente sobre los otros seres humanos como para decir que ya no hay nada que aprender. Aunque la lógica nos indica que cuantos más años tenemos más sabemos, lo cierto es que la edad física no siempre es la que marca el nivel de logros vividos. Se puede comprobar que uno menor que viva más intensamente y desee aprender más, habrá logrado un mejor aprovechamiento de sus vivencia a su edad, que otro mayor que él que se haya conformado con la rutina y lo marcado por las normas sociales aceptadas.

Aún cuando los retos del Siglo XXI nos encaminan hacia una ruptura con lo tradicionalmente aceptado para entrar en una dinámica de creatividad en el entorno en cual nos desenvolvemos, no debemos olvidar que vivimos en un entorno social que no siempre esta en esa misma onda. Lo cierto o incierto no es algo inherente de las cosas o de los actos sin embargo en un entorno social tradicional, lo son en base a los esquemas registrados en nuestro pasado, una recopilación de nuestras vivencias. Lo que si recomendamos es que cada individuo mantenga una objetividad que le permita tolerancia a lo ajeno y desconocido. Solamente así, podremos entrar en nuestros acuerdos originales y creativos con los demás.

El directivo es un ser humano que vive múltiples entornos sociales que pueden condicionar su sensibilidad y disparar sus emociones. Es imposible encuadrar en unidades estancas cada uno de estos entornos. Por lo tanto, también es imposible frenar “la osmosis sensible y emocional” entre entornos. Las relaciones humanas, como todo, es un continuo aprendizaje, por lo que un buen directivo tiene que lograr un alto nivel de educación emocional para tener la deseable inteligencia emocional en cualquiera de los entornos en cual se desenvuelve.

Las relaciones entre las personas no dejan de estar salpicadas de discusiones, argumentos, debates, acuerdos y desacuerdos. Lo que ocurre es que un directivo aparentemente juega con ventaja sobre los subordinados en cualquier tema. Lo habitual es que un subordinado no se enfrente al superior, quien tiene “la sartén por el mango”, porque no quiere sentir “el sartenazo de la autoridad”. Sin embargo, si un ejecutivo actuara así, se haría un flaco favor a si mismo, además de actuar incorrectamente en el entorno laboral en la cual debe ejercer ecuánimemente su liderazgo.

A nuestro entender, y siguiendo el Método de los Seis Sombreros de Edward de Bono, proponemos jugar al “baile de las A’s”, o sea pasar de la “a” a la “A”, dejar de “argumentar” para comenzar a “ANALIZAR”.

Un buen directivo que provoque el análisis individual y colectivo entre los componentes de su equipo, no sólo estará provocando la creatividad en ese entorno sino que estará aportando la piedra angular para la edificación de unas buenas relaciones humanas.

El buen ejecutivo debe comprender que en entablar relaciones es la clave para conseguir resultados, ya sea dentro del circuito interno del entorno humano a su cargo como en el externo de relaciones tanto con clientes como proveedores y hasta con competidores. En su habilidad de amoldarse ágilmente y con flexibilidad a las distintas situaciones y entornos estará el grado de éxitos que cosechará en su andadura como directivo.

Pensamos que la gestión se podrá delegar y las decisiones se podrán compartir con los subordinados pero en el saber facilitar el quehacer diario esta la clave del éxito en la dirección de una organización compuesta por seres vivos. Para ello es necesario poseer un amplio bagaje tanto en el terreno profesional como en el emocional que deberá seguir creciendo y actualizando con procesos de reciclaje y puesta al día.

La capacidad del ejecutivo a crear un clima laboral favorable y apropiado mediante el ejercicio de sus funciones directivas de modo eficaz y ejemplar sentará los cánones de relaciones interpersonales en el entorno empresarial.

Además, si el directivo muestra tacto y se aplica a desarrollar su intuición, estará estableciendo un mecanismo de lectura mental para contrastar los efectos de los actos menos patentes de la actividad cotidiana en ese entorno. El nivel de “estar informado” del directivo es lo que le permitirá jugar con ventaja a la hora de actuar ante situaciones críticas que puedan enturbiar el clima laboral en la organización.

Las relaciones entre los componentes de una plantilla podrán mejorarse sustancialmente con acciones coordinadas entre las que destacamos –

· Medidas motivadoras
· Mensajes de concienciación
· Comunicación interna transparente
· Formación continua y de reciclaje
· Plan de carrera de empresa
· Sinergia estrella organizacional

Sin lugar a dudas, la coordinación del recurso más valioso de cualquier empresa, compuestos por seres humanos, no es una mera administración y gestión impersonal, sino todo un reto para el verdadero director ejecutivo. En su capacidad de ejercer como ejecutor de la política estratégica en lo que ataña a los componentes de la plantilla radica su distinción entre otros que meramente se denominarán gestores o administradores.
El verdadero directivo disfruta del respeto de la organización, cuyos componentes depositan en él plena confianza en el diseño de la estrategia y que apoyarán con su actuación diaria en equipo, hasta lograr el objetivo. El ejecutivo capaz de discernir esta realidad es el que parte con ventaja en el terreno de las relaciones humanas en cualquier entorno organizacional, conocido o por conocer.

MARCANDO LA DIFERENCIA
Cada directivo tiene habilidades más destacadas y otras por mejorar. Sin embargo, el desarrollo de las habilidades es tarea individual e intransferible. Depende de la voluntad personal a superarse y las ganas de actualizar su repertorio de habilidades.
En este mundo profesional globalizado, cada día más competitivo y mejor preparado, el directivo debe destacar por sus habilidades individuales, si desea seguir en el candelero. Se acabaron los puestos directivos ad eternum y honoris causa. Las empresas no pueden permitirse el lujo de tener “cabezas inoperantes” si desean mantener sus cuotas de mercado y/o nivel de beneficios.

Las últimas décadas han provocado el derrumbe de las barreras protectoras que protegían a empresas nacionales del ámbito europeo. La propia ampliación de la Unión ha incorporado de un plumazo a diez (10) nuevos miembros de pleno derecho. Los efectos de tal ingreso masivo son múltiples pero para los directivos su repercusión destacada es doble – por un lado, un territorio más amplio donde ejercer sus dotes de mando y por otro, una competencia atroz para los puestos a los cuales podemos optar.
Es como el cuento del vaso con agua hasta la mitad, unos lo ven medio lleno mientras otros lo verán medio vacío. Habrá directivos que para todos los gustos, unos asertivos y otros menos positivos.

Lo que contará es todo lo que diferencie en positivo a un directivo de los demás.

Pero muchos suelen preguntarse, ¿ cómo ser diferente ? Opinamos que en efecto, cada directivo es distinto en mayor o menor grado, pero la diferencia que le hace destacar obedece a unos valores inequívocos que se hacen visibles en el ejercicio de las funciones de mando. Seguidamente enumeramos esos valores :-

1. Inteligencia emocional equilibrada
2. Raciocinio mesurado no restrictivo
3. Capacidad analítica objetiva sin prejuicio
4. Prudencia y cordura ante adversidades e imprevistos
5. Asertividad inalterable ante cualquier situación
6. Seguridad en si mismo
7. Confianza en su equipo
8. Transparencia en comunicación
9. Firmeza en la toma de decisiones
10. Capacidad de aceptar errores
11. Flexibilidad y adaptabilidad
12. Determinación a lograr los objetivos

No hay una fórmula definida que establece las proporciones justas de cada uno de los arriba citados valores sino que más bien el mix idóneo se debe desarrollar en justa medida a los retos a las cuales deberá enfrentarse el directivo en cada momento.

Finalmente, si un directivo es capaz de ejercer estos valores que marcan la diferencia con honradez y sentido de justicia, ese ejecutivo será el responsable idóneo para asumir cualquier proyecto empresarial en este Nuevo Milenio. Su perfil claramente destacará entre todos los demás.

El directivo hábil y eficaz sobresale entre otros porque sabe lo que quiere, lo transmite a los demás y esta seguro que es capaz de conseguir lo que se propone, con el apoyo de los que creen y confían en él. Esa es la marca de distinción de la calidad directiva.

¿ Por qué no ser el mejor cuando se tiene dotes para ello?

Hazte la pregunta y si crees que tienes dotes, apuesta por ti mismo hasta lograr tu meta personal profesional.